Alimentos baratos preparados, son fáciles y están buenos. Pero ¿y si metemos el impacto sobre nuestra salud, sobre la naturaleza y el gasto sanitario derivado de este producto dentro de la factura?
La cosa cambia. La factura sanitaria, climática, ambiental y social provocada por la comida ultraprocesada y la carne industrial es estratosférica. Y aquí hay una idea que puede lograr que lo barato y lo fácil cambie de lado y sea lo ecológico lo saludable.
En 1990 no había ningún estado de EEUU con un índice de obesidad por encima del 20%. Hoy no hay ninguno que lo tenga por debajo. Algo parecido ocurre con la diabetes, las intolerancias o incluso el cáncer.
Un estudio del sistema de salud británico concluyó que, si los ciudadanos redujesen su consumo de carne a 3 veces por semana evitando los ultraprocesados y la carne roja, se podrían evitar 45.000 muertes anuales en el país y ahorrar 1.200 millones de gasto sanitario cada año. Lo barato nos está saliendo muy caro a todos. Por eso la Unión Europea está debatiendo una nueva normativa:
– Los sistemas Alimentarios Sostenibles
– Leyes para reducir el uso de pesticidas
– El desperdicio de alimentos
– Las emisiones de efecto invernadero del sistema alimentario
– Incrementar el bienestar animal
– La biodiversidad de los cultivos
– Implementar etiquetados que reflejen todo esto
– Fomentar la compra pública verde
– Intervenir en toda la cadena alimentaria de principio a fin.
Esta propuesta podría implicar, entre otras cosas, empezar a introducir las llamadas externalidades negativas, es decir, los efectos perjudiciales de un producto para la salud, las condiciones laborales y sociales de la población y el medio ambiente dentro del precio, y a la vez, apoyar desde las instituciones a través de regulaciones especiales, apoyos y exenciones fiscales a la COMIDA SANA, ECOLÓGICA, REGENERATIVA Y DE PROXIMIDAD. Para lograr que lo barato, lo fácil y lo cómodo cambie de lado y logremos crear entornos alimentarios saludables y sostenibles en los que lo más probable que me vaya a llevar a la boca, si me entra hambre por precio, facilidad y disponibilidad no sea algo que nos salga caro a todos. Aquello que no enferma y destruye nuestro patrimonio común, sino lo contrario. La regulación de los sistemas alimentarios sostenibles es urgente, es necesaria y nos beneficia a toda la sociedad.
Hay una auténtica batalla. Imagínate cuánta gente hay interesada (Nestlé, Pepsico, Coca Cola, Danone, Unilever, Mars, Mondelez…) Pero es una batalla que podemos ganar si hacemos
suficiente ruido. España asume en el segundo semestre de este año la presidencia de la Unión Europea y tiene la oportunidad de dar un paso adelante ambicioso para fomentar la alimentación sostenible y saludable. O también puede quedarse a medias y no hacer nada. Hay una carta abierta a la que se están sumando entidades de todo tipo para incrementar la presión. ¡Accede al enlace y firma!
Bibliografía: Javier Peña (Hope)